AUTOR: | Armando González – |
LUGAR NACIMIENTO: | Medellín – |
FECHA NACIMIENTO: | 1949 – |
NACIONALIDAD: | Colombiana – |
TITULACIÓN: | Licenciado en Contabilidad – |
PROFESIÓN: | Contador público – |
GÉNERO LITERARIO: | Novela histórica, ensayo, ficción – |
OBRAS PUBLICADAS: | Al final del horizonte – |
Biografía:
Nació en Medellín en el año 1949. Contador público de profesión, lector sin rigor ni preferencias de escuela o estilo. Amante de los narradores y de la novela total, sin estudio formal de literatura, empezó a escribir a la edad de cincuenta años sin pretensiones literarias.
Sinopsis de Al final del horizonte:
El siglo XX encontró una Colombia igual a esa eterna España de Felipe II, donde Iglesia y Estado se confunden y entrelazan. El Partido Conservador vio peligrar sus privilegios y su manejo hegemónico del Estado por las teorías liberales, y bajo el amparo de Cristo Rey adoctrinó al campesinado conservador y a la policía oficial para que a sangre y fuego exterminaran al campesinado liberal, ya mayoría en las urnas. Este se defendió, y la geografía colombiana fue arrasada por una ola de terror conocida como La Violencia. Un hombre amante de la soledad y del caballo, de los paisajes y parajes colombianos, no temió a esa barbarie y en medio de ella luchó por alcanzar sus sueños. Y en el horror de la lucha fratricida encontró el amor, perfecto y eterno pero imposible.
Cita de la obra:
«Piel y hueso, movimientos indecisos, dedos nerviosos y cabeza gacha, cuando el sol declinaba sentía en las entrañas esa imperiosa necesidad de alcohol que había sentido por más de la mitad de su
vida, y entonces visitaba las cantinas en busca del ingenuo a quien raparle un aguardiente o del bondadoso que se lo brindara en gesto de hermandad, de cofradía en el vicio. Ya su único amigo, su confidente y consuelo era el licor, y con su conversación ágil cargada de historias y sus gestos convincentes siempre lograba que alguien le brindara tragos a su boca ansiosa y monedas a su bolsillo escaso. Muchas veces fue zarandeado por robar alguna copa en mesa ajena, y entonces se marchaba con paso vacilante a su madriguera oculta bajo el portal de un edificio abandonado. Allí dormía su borrachera y, un poco hoy, algo más después, le agregó espacio para darles cupo a esos rapazuelos hambrientos y miserables que acudían a él en busca de amparo y no pocas veces en busca de consuelo». Al final del horizonte, Editorial Adarve, 2017.