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Claves para publicar una novela

CLAVES PARA PUBLICAR UNA NOVELA

No es sencillo dar con un buen argumento novelístico ni mucho menos. Como decía el genial Mingote «Hay tipos que se ponen a escribir, no se les ocurre nada y terminan una novela de quinientas páginas». Porque los temas están, a estas alturas de la historia literaria, sobre-abordados y resultan recurrentes para un público cuya exigencia aumenta con el paso de los años. Esta cuestión lleva a muchos escritores a elegir temáticas excéntricas o solo valoradas por unos cuantos lectores, lo cual representa un error descomunal de cara a una posible publicación porque nadie va a cambiar sus preferencias argumentales solo porque un autor avezado dé con un tema retorcido y distinto.

Otra opción es escribir sobre un tema ya abordado secularmente, por poner un ejemplo: los vampiros. En tal caso, o el escritor se esmera ad infinitum y consigue un argumento bien distinto a los consabidos asaltos colmilleros o acabamos percibiendo más de los mismo y además de poca calidad.

Los temas demasiado localistas, es decir situar la acción en un lugar muy conocido por el propio autor suele dar malos resultados porque restringe sobremanera las posibilidades de amplia difusión. Un caso flagrante es narrar hechos de la Guerra Civil española en ámbitos cercanos a quien escribe, relatando acontecimientos que solo importan a quienes, de una manera u otra, tuvieran que ver con aquellos hechos a través de familiares o conocidos.

Tirar de argumentos que no son abordados desde hace bastante tiempo puede funcionar puesto que los lectores de una generación determinada no han tenido acceso a esa temática novelesca. Podría ser el caso de Harry Potter, cuyas manidas representaciones de animales mitológicos, varitas mágicas y escobas voladoras acabaron hartando a la generación de los sesenta pero eran casi inéditos para los niños de los noventa y gustaban a sus padres por cuestiones meramente evocativas.

El caso de Las cincuenta sombras de Grey es diferente. Un público femenino tradicionalmente ajenos a la novela erótica ha madurado lo suficiente en todo occidente como para vérselas con unas artes amatorias un tanto excéntricas que llenan una novela de muy baja calidad literaria con un argumento certero. Para muchos no es más que pornografía literaria mezclada con sentimientos, justo lo que algunas mujeres echaban de menos en el video-porno convencional. Sea como fuere, reconozcamos, al menos, que se trata de un éxito de ventas gracias al argumento seleccionado por el autor.

Una vez encontrado un argumento capaz de atraer al lector por su originalidad, su diferente perspectiva de enfocar un asunto u otros motivos, es conveniente determinar la estructura de la novela. Es verdad que muchos autores la van desarrollando «sobre la marcha» pero no resulta aconsejable a menos que se tenga la suficiente notoriedad, en cuyo caso todo suele valer. En el enlace anterior puede encontrar diferentes tipos de estructura a aplicar a una obra, como decimos, preferentemente antes de siquiera escribir una sola línea.

Determinar la psicología de los personajes intervinientes también es aconsejable. En muchas ocasiones, los mismos personajes se van de las manos del autor y acaban con un carácter muy distinto al que comenzaron teniendo en la novela, todo ello fruto de una mala planificación en este sentido que el lector percibe enseguida.

Lo siguiente a tener muy en cuenta es el estilo literario. No podemos sentarnos escribir sin determinar la manera en que vamos a ejecutar el relato desde el punto de vista formal. De este modo debemos decidir, por ejemplo, si el lenguaje deberá ser actual o adaptado a la época en que tuvieron lugar los hechos. Este aspecto es fundamental y determina, en buena parte, que los lectores acepten o rechacen la obra a pasar las primeras páginas. Así, una obra escrita en castellano antiguo será leída por muy pocas personas, frente a la misma obra en castellano actual aunque incluyendo alguna expresión de la época donde se sitúa la acción.

Finalmente deberemos determinar el modelo descriptivo del argumento. Dos son, fundamentalmente, las posibilidades descriptivas de un autor:

  • Descripción parada
  • Descripción acción

En la primera, el autor se detiene a describir el ámbito donde tendrán o tiene lugar los hechos, dejando en pausa la acción para entregarse por entero a la descripción. Todo ello enriquece el texto sin duda pero enlentece la lectura siendo muy rechazado por algunos lectores. En la segunda, el autor ve describiendo a medida que tiene lugar la acción, sin llegar a detenerla. Se trata, esta última, de la opción descriptiva más actual y aunque aligera mucho la narración, muchas veces empobrece el texto en exceso, llevando a galope al lector verbo tras verbo. Son muchos los autores que combinan estas opciones sabiamente dando como resultado un texto ágil y rico al mismo tiempo, al realizar la descripción parada solo en aquellos casos en los que lo que va a suceder tiene gran importancia y requiere, por tanto de una buena dosis de ilustración previa.

Lo demás es trabajar con sencillez, de manera constante y con un profundo respeto a los posibles lectores que tendrá la obra.