Cómo empezar a escribir un libro
La mayoría de los lectores piensan que lo que se cuenta en los libros se basa de alguna manera en cosas que ha vivido el autor en primera persona. Que los personajes y los hechos narrados son un reflejo de sus propias vivencias. Y aunque este pueda ser el caso de muchos autores y libros concretos, por suerte o por desgracia no siempre es así.
Es natural servirse de las propias emociones y experiencias al crear determinados personajes y ciertas situaciones, pero también es posible nutrirse de experiencias ajenas (amigos, familiares, conocidos, personajes de libros o películas), documentación a la que se tiene acceso y lógicamente, de la empatía y la imaginación, de intentar meterse en la piel de otras personas. Por suerte el escritor tiene muchas herramientas a su disposición porque que describa en detalle la mente de un asesino en serie no quiere decir que haya cometido ni presenciado los crímenes.
El trayecto que supone escribir un libro es largo, y no es conveniente correr. El escritor necesita tener millones de ideas y tendrá que filtrar con cuáles se queda y con cuáles no. Algunas son ideas muy generales que formarán parte del argumento de la novela, y otras más pequeñas pero igualmente importantes serán las que acaben reflejadas en cada una de las escenas que se vayan desarrollando (¿cómo va vestido el personaje?, ¿qué objetos hay en el escenario?, ¿con qué arma va a cometer el crimen?, ¿cómo conseguirá llevarlo a cabo?)
Con esta entrada pretendemos hablaros de las ideas generales con las que se construye el armazón de la novela. Podríamos dividirlas en dos tipos de inspiraciones: las que nos vienen de “fuera” (alguna noticia que ha salido recientemente publicada en los medios, algún artículo que atrajo la atención del autor, alguna anécdota que le hayan contado o incluyo alguna situación vivida por parte de familiares o amigos). Pero existe otra fuente de ideas generales que nunca se puede perder de vista como es el escribir sobre un tema concreto por el que se sienta especial fascinación. O quizá al final la idea general sea una mezcla de todo ello.
Al final quizá la mejor recomendación sea escribir de lo que te gustaría leer. Elegir un género narrativo acorde a los gustos facilita mucho las cosas. Da igual que sea terror, suspense, romance, aventuras o ciencia ficción, lo importante es sentirse a gusto con el género escogido. Una vez hecho esto solo hay que elegir la historia que te gustaría contar.
Así por ejemplo, una persona apasionada con la Guerra Civil escogería como género el bélico y podría escoger una de sus batallas como escenario para desarrollar su historia. Una persona amante del romance podría decantarse por la novela romántica y basarse en sus propias experiencias.
No hay una ciencia cierta que diga cómo empezar a escribir un libro, ni cómo enfrentarse a la primera página en blanco pero si hay ganas siempre acaba acudiendo la inspiración, solo hay que saber buscarla y esperarla.