En la actualidad, son pocas las editoriales que apuestan por la poesía a la hora de publicar. Solamente algunas editoriales muy especializadas, bien conocedoras del escaso mercado que ha ido quedando para este género, esencial y difícil, se atreven con los versos como materia prima a editar. Las editoriales de poesía son especies en extinción que rebosan vida.
El motivo es bien sencillo: son muy pocos los lectores que cultivan la lectura de este género y es, por tanto, el mercado de la poesía, probablemente el menos rentable de cuantos conviven en librerías físicas y virtuales. Y contra esto hay muy poco que hacer.
Por fortuna, los escasos lectores de poesía se concentran en algunos poetas de cierta notoriedad, a los que consagran sus tardes de lectura solaz y algunas editoriales sobreviven apostando por nuevos valores que han venido a sustituir antiguas rimas de clásicos que parecen importar bien poco a los amantes de la poesía de ahora. Curiosamente se trata de autores de poesía jóvenes que comparten sus estrofas con un público lector también joven. Juntos, conforman un nicho de mercado específico que parece aflorar de entre la maleza de rapsodas trasnochados al cabo siempre de la métrica y los versos cerrados.
Entre las editoriales de poesía que siguen resistiendo con buenas publicaciones se encuentran algunas que muestran un renovado catálogo, sin menospreciar a los clásicos, en busca del filón poético que les conduzca al éxito y la notoriedad. Buenos trabajos de editoriales como Ediciones Rilke, que cuenta con un nutrido fondo de autores consolidados, clásicos y actuales, Ars poética, que ofrece creaciones literarias de autores españoles y extranjeros de ahora y clásicos, Editorial Inverso, orientada a la selección de poesía actual o La poesía mancha, con una línea muy atrevida de publicaciones de autores de poesía actuales.
Estas editoriales realizan una labor más que digna de mención como garantes del acervo de la poesía actual, a pesar de que, como decimos, no resulte un negocio editorial redondo. Felicidades, pues, a estos y todos aquellos guardianes de la llama de la poesía en español.